viernes, 2 de octubre de 2015

Científico por sorpresa

Estás paseando por la noche y de repente ves una bola de fuego que cruza el cielo. ¿Qué haces?

 a). Sales corriendo en dirección opuesta

 b). Llamas al primer programa radiofónico de misterio que se te ocurra

 c). Observas con atención y anotas toda la información que puedas sobre el fenómeno

Bólido sobre Madrid capturado por las cámaras del departamento de Astrofísica de la UCM


Nosotros te animamos a que actúes según la opción c), pues este tipo de información puede ser científicamente valiosa, y que después la envíes a alguna institución u organización científica que pueda hacer buen uso de ella. Pero para ello tiene que ser información veraz y cuidadosa.

En este ejemplo del meteoro muy brillante o bólido:
- si conoces el cielo, graba en tu memoria la trayectoria del objeto respecto a estrellas y constelaciones que conozcas, o
- anota la dirección geográfica y la altura de inicio y final
- apunta la hora con la mayor precisión posible
- toma nota del lugar exacto de la observación (coordenadas GPS sería óptimo)
- recoge también cualquier detalle que hayas observado (velocidad, color, cambios de brillo, etc), por nimio que te parezca
- en cuando puedas haz un dibujo de la trayectoria en una captura de pantalla de un programa tipo planetario como Stellarium, Cartes du Ciel, o similar

Sencillo esquema del bólido que observamos el pasado 25 de julio regresando de una actividad en Zafarraya (Granada). ¡Cualquier detalle puede ser útil!

Y ahora viene lo más importante, envíalo a la organización científica que se ocupe de ello en tu pais. Si estás en España en la Red de Investigación sobre Bóldos y Meteoritos agradecerán mucho tus datos; y si no sabes a quién escribir contacta directamente con la International Meteor Organization.

Piensa que tu observación puede ayudar a entender mejor el Sistema Solar, caracterizar los restos u órbitas de cometas (conocidos o no), o incluso permitir recuperar un meteorito.

Todos podemos hacer ciencia si tenemos ojos de científico; por pequeña que sea nuestra aportación siempre será valiosa. Y recuerda que hay muchísimos fenómenos poco comunes y todavía mal comprendidos, donde una observación casual puede ser muy importante. Anímate a explorar.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Hasta pronto, OSN


Hace menos de una semana que terminó la temporada de verano y ya la estamos echando de menos...

Como sabéis, este año hemos sido los grandes privilegiados que han tenido la responsabilidad de enseñar el Observatorio de Sierra Nevada a ocho grupos de ciudadanos a través de las visitas organizadas por el Instituto de Astrofísica de Andalucía en colaboración con el Albergue Universitario y Cetursa. Estos pocos afortunados han podido conocer de primera mano una instalación científica de primer order y el trabajo de investigación que se desempeña allí.





Algunas imágenes de las visitas de este verano

Pero pronto empezarán las tormentas y las primeras nieves y llega el momento de dejar la montaña a los profesionales que se encargan de que el OSN esté funcionando y produciendo ciencia de calidad durante todo el año.



A los demás nos queda la opción de visitar virtualmente el observatorio esperando la próxima temporada de verano.

Hasta pronto, OSN. ¡Esperamos volver a verte el año próximo!



lunes, 27 de julio de 2015

El señor del hades tiene cara, por fin

Si tienes menos de 15 años seguramente habrás estudiado que el sistema solar tiene 8 planetas y varios planetas enanos, pero para el resto nuestra familia planetaria (hasta el 2006) tenía 9 miembros; el más pequeño y último en llegar fue Plutón.

Pertenecemos a una generación de astrónomos que han crecido viendo las imágenes planetarias que nos mandaron las Mariner, Viking, Pioneer y Voyager en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado. En todos y cada uno de los libros de astronomía que devoraba con mi curiosidad infantil encontraba siempre las cautivadoras imágenes de Mercurio a Neptuno enviadas por aquellas naves.

Mercurio (Mariner 10)
Pioneer Venus Orbiter
Neptuno (Voyager 2)

Y en todos los libros al llegar a Plutón, esto:

La típica imagen de Plutón con la que nos conformábamos... hasta ahora

Estas imágenes (o falta de ellas) generaban un halo de misterio alrededor del ignoto planeta enano. Quién sabe qué secretos guarda ese lejano mundo helado, donde la luz del Sol apenas llega como un tenue crepúsculo.

Sólo hay una única vez en la vida y en la historia que se hace algo por vez primera; es de perogrullo, pero muy significativo. Y vaya último año que llevamos: hemos aterrizado en un cometa por primera vez; hemos sobrevolado Ceres por primera vez; y hemos sobrevolado Plutón y Caronte por primera vez.

Personalmente, de todos estos hitos lo que más me ha impresionado es sin duda la primera imagen de Plutón, que aunque no ha acabado con el misterio, sino que ha generado multitud de nuevos interrogantes, sí que le ha puesto cara para siempre. Y es una cara inolvidable...

Plutón en color (sobrevuelo de la New Horizons)



lunes, 29 de junio de 2015

1000 alumnos


Aquí estamos de nuevo, queridos amigos, después de una larga temporada de mucho trabajo y muchos proyectos que nos han hecho dejar un poco en suspenso el blog.

La semana pasada dimos por cerrado el curso escolar con una actividad de despedida en el CEIP Nuestra Señora del Rosario de Chimeneas, en el que los alumnos de 3 a 12 años mostraron un gran entusiasmo descubriendo el Sol, convirtiéndose en ingenieros de cohetes y explorando el suelo lunar.

Queríamos compartir con vosotros este hito porque según nuestros cálculos durante este curso escolar 2014/2015 hemos superado los 1000 alumnos en nuestras actividades, a cuyos colegios e institutos hemos llevado la astrofísica y la oportunidad de observar por primera vez el Sol por un telescopio especial para ello.




Ha sido un curso de mucho trabajo y sin duda una experiencia transformadora, en la que hemos aprendido muchísimo tratando con multitud de profesores y alumnos de todas las edades.

Pero todo esto no habría sido posible sin el apoyo y la confianza que el Centro de Profesorado de Motril y el Instituto de Astrofísica de Andalucía -en especial su Unidad de Divulgación- han puesto en nosotros. Juanjo, Juan, Silbia y Emilio, desde aquí, muchas gracias.

También le debemos agradecimiento a la Fundación Descubre, que contó con nosotros para dinamizar la exposición "De la Tierra al Universo" en otros dos centros de la provincia.

Seguid atentos, porque este verano y el próximo curso continuaremos con un montón de nuevas actividades y bonitos proyectos que queremos compartir con vosotros.



miércoles, 4 de marzo de 2015

Minilunas y superlunas

Recién caída la noche un niño pasea con sus padres por el barrio granaíno del Albaicín. De repente se detiene y horrorizado señala con su pequeño dedo tembloroso al cielo sobre la Alhambra diciendo: "Mamá, ¿qué le ocurrre a la Luna? Parece muerta, sin brillo, y muy pequeñita..."

Evidentemente esta escena es más propia de una película fantástica de bajo presupuesto que de una realidad astronómica; sin embargo, aunque no es muy conocido, el tamaño de la Luna varía realmente y de forma apreciable.

Aquellos que nos seguís regularmente recordaréis el revuelo que se armó el verano pasado con el fenómeno de las superlunas. Casi todos los medios de comunicación se hicieron eco de que las lunas llenas de verano iban a verse especialmente grandes y brillantes, por encontrarse nuestro satélite muy cerca de su perigeo en esos días (ojo, no confundir con el efecto óptico del mayor tamaño que aparenta la Luna cerca del horizonte).

Tengo que decir que en mi opinión los periódicos españoles de tirada nacional han mejorado muchísimo en los últimos años la calidad de la información científica que presentan en sus secciones de ciencia o sociedad, aunque como es normal siempre juegan con la expresión y los titulares para hacer la noticia más atractiva al público. Es por esto que no tardaron en saltar las reacciones en las redes sociales y muchos se apresuraron a quitarle hierro al asunto insistiendo en dos cosas:

1. que el tamaño de la Luna es difícil de apreciar en el cielo debido a la falta de referencias

2. que la respuesta del ojo a la luz es logarítmica, lo que hace que la diferencia de brillo no sea para tanto

Si bien estos dos puntos son ciertos los números están ahí, y entre dos lunas llenas puede llegar a haber una diferencia de un 14% en tamaño y un 30% en brillo. 

Como es bien sabido la órbita de la Luna es ligeramente elíptica, por lo que en cada revolución pasa por su punto más cercano a la Tierra, al que llamamos perigeo, y justo en el punto opuesto de la órbita, por el más alejado o apogeo. Es evidente que la Luna atraviesa estos dos puntos en su órbita cada vez que completa una revolución, es decir, una vez al mes aproximadamente. Por lo tanto el que la Luna pase por el perigeo no tiene nada de especial; otra cosa es que dependiendo de en qué fase lunar ocurra esto puede ser más o menos vistoso. Cuando el paso por el perigeo coincide con la luna llena este plenilunio recibe el poco modesto nombre de superluna; y cuando es el apogeo el que coincide con esta fase la llamamos miniluna.

La orientación en el espacio de la línea perigeo-apogeo apenas cambia en el espacio durante un año (en realidad completa un giro cada 9 años), por lo que sucesivos plenilunios van cayendo en distintos puntos de la órbita lunar. Si hoy la luna llena cae cerca del apogeo podemos estar seguros que en unos seis meses volverán a repetirse las famosas superlunas.

Esquema de la posición de la luna llena en la órbita lunar en distintos momentos del año. El gráfico es indicativo y no guarda ningún tipo de escala. En realidad a lo largo de un año la orientación de la órbita lunar gira unos 40º

Al final del verano iniciamos el proyecto de ir fotografiando la luna llena cada mes, con la misma cámara y la misma óptica (teleobjetivo zoom de 300mm). Aunque fallamos en fotografiar la Luna en enero, el resultado es un cambio de tamaño paulatino y apreciable en nuestro satélite.





El efecto se observa mejor si comparamos exclusivamente la Luna de septiembre con la de febrero:




Tanto la luna llena de marzo como la de principios de abril de 2015 van a ocurrir con nuestro satélite muy cerca de su apogeo, aunque este fenómeno no ha recibido la repercusión mediática de las superlunas del verano pasado.

Como siempre os animamos a observar el firmamento de forma consciente, con comprensión, y curiosidad donde no llega esta. Quizá una miniluna no suene como el fenómeno más espectacular del universo, pero con este tipo de observaciones tomamos consciencia de los ciclos sutiles escondidos tras los ciclos astronómicos más evidentes, y conoceremos un poco mejor el cielo que nos rodea.



jueves, 19 de febrero de 2015

Xīn Nián Kuài Lè! (新年快乐)

Hoy 19 de febrero de 2015 una buena parte de la humanidad celebra la entrada en un nuevo año. Felicidades a todos los compañeros chinos que observan el cielo con la misma fascinación y asombro que nosotros, y un abrazo especialmente para nuestros amigos Zhong y Vicky en Taiwan.


Pero espera... haciendo memoria... ¿no caía el Año Nuevo chino al final de enero? ¿O era a principios de febrero? En realidad todos y ninguno; si el año de la cabra empieza hoy, el del caballo lo hizo el 31 de enero de 2014, y el del mono lo hará el 8 de febrero de 2016. Al igual que la fecha de la Pascua cristiana, el Año Nuevo chino se calcula en base a las fases de la Luna.

Tan raro como suena, es interesante saber que una gran parte de los calendarios a lo largo de la historia son o han sido lunisolares, esto es, han tenido en cuenta tanto los movimientos del Sol como los de la Luna. Así tenemos los calendarios tradicionales de todo el área de influencia china -como el japonés, el mongol, el vietnamita o el coreano-, más el hindú, el budista, el tibetano, el bengalí, el hebreo, el kurdo, el inca, el helénico, el babilónico... ¿Y quién es el raro ahora?

Incluso hay calendarios que son fundamentalmente lunares, como el musulmán. Pero es que incluso nuestro calendario tiene reminiscencias lunares, ¿pues qué es el mes sino una medida temporal del ciclo lunar? O al menos lo era, en un principio, hasta que tras sucesivas reformas y dando siempre prioridad al año frente al mes y la semana, se han quedado estos últimos como fósiles culturales, testigos del origen de la medida del tiempo. Y la medida del tiempo no viene de otro sitio que de la observación del cielo, dándonos cuenta cómo los movimientos del Sol y la Luna determinan los ciclos naturales.

Credit: vxside en http://vxside.deviantart.com

Desde la antigüedad se conoce bien el problema de que no hay un número entero de meses en un año. Digamos que Sol y Luna van cada uno a su ritmo, y sólo coinciden cada 19 años, que serían 235 meses lunares. Esto recibe el nombre de ciclo metónico, por el astrónomo griego Metón de Atenas, el cual se dio cuenta de que las fases lunares se repetían exactamente con esa frecuencia. Cada cultura que ha usado un calendario lunisolar ha tenido que resolver este problema de alguna forma, ya sea añadiendo días extra o meses extra, anualmente o cada cierto tiempo, para conseguir mantener alineados la parte lunar con la parte solar del calendario.

Pero volvamos al tema del post. ¿Cómo se calcula la fecha del Año Nuevo chino?

En el calendario occidental la primavera empieza el equinoccio de primavera, mientras que el invierno empieza el solsticio de invierno; para los chinos estas fechas son la culminación de la estación. Así si buscamos el punto medio entre el 22 de diciembre y el 21 de marzo (90 días de distancia) tendremos el comienzo de la primavera. Este día cae en torno al 4 de febrero (del 3 al 5), según la fecha exacta de solsticio y equinocio, a 45 días de cada uno de ellos. Pues bien, la fecha de Año Nuevo será la de la luna nueva más cercana al 4 de febrero, lo que puede ocurrir entre el 21 de enero y el 21 de febrero.

Efectivamente, este año el 4 de febrero hubo luna llena, así que tenemos una celebración de Año Nuevo bastante tardía, pero no es óbice para celebrarlo con un buen plato de pasta de arroz...

Xīn Nián Kuài Lè!


viernes, 23 de enero de 2015

Luceros de invierno y la danza de los planetas

Los astrónomos vespertinos, más comunes que los madrugadores astrónomos matutinos, estamos de enhorabuena; estas semanas de invierno volvemos a recibir a dos viejos amigos que empezábamos a echar de menos: los planetas Júpiter y Venus. Estos dos astros son los más brillantes del cielo después del Sol y la Luna, y con su luz blanca e intensa dominarán el cielo de los próximos meses.

Para saber reconocerlos simplemente hay que tener en cuenta que ambos son más brillantes que cualquier estrella -más Venus que Júpiter- y que Venus se verá siempre hacia el atardecer. Júpiter comienza a salir temprano por el este, cada día un poco antes, alcanzando su punto de mejor visibilidad (cuando esté opuesto al Sol, en oposición) al principio de febrero. Venus, por su parte, ya es visible hacia el oeste en cuanto empieza a oscurecer, e irá ganando altura en el crepúsculo poco a poco.

A alguien le puede llamar la atención el comportamiento tan distinto de estos objetos: ambos aumentan su visibilidad pero asoman por partes distintas del cielo. La respuesta está en el movimiento orbital de los planetas. Veámoslo con un poco más de detalle.

La diferencia más importante etre estos astros es que Venus está más cerca del Sol que la Tierra, mientras que Júpiter orbita bastante más lejos que ambos. Así nuestro planeta en su traslación puede colocarse entre el Sol y Júpiter, y verse este en cualquier punto del cielo con respecto al astro rey, pero eso no puede ocurrir con Venus. En el caso de los planetas interiores como Venus y Mercurio estos no se separan en el cielo más de una cierta distancia del Sol. Por eso Venus no puede verse más que en el oeste al atardecer o hacia el este al alba, dependiendo de en qué punto de su órbita se encuentre.


Posición relativa de los planetas en sus órbitas. La Tierra nunca se puede colocar entre Venus y el Sol, pero sí entre Júpiter y el Sol, como sucede ahora (Creada con Solar System Scope)
Una perspectiva del Sistema Solar interno a 23 de enero de 2015. El polo norte está hacia arriba, lo que significa que los planetas Marte, Venus y Mercurio se ven ahora mismo al atardecer, poco después de ponerse el Sol (Creada con Solar System Scope)
La misma imagen vista desde la Tierra (latitud de España), poco después de la puesta de Sol (Creada con Stellarium)

En cuanto a los ritmos, pensemos que la fuerza de la gravedad pierde intensidad con la distancia -en concreto con el cuadrado de la distancia-, lo que hace que los planetas se muevan más lentos por el espacio cuanto mayor es su distancia al Sol. Un planeta se mueve a la velocidad justa que lo mantiene en su órbita, ni más ni menos. Por otro lado las órbitas lógicamente van aumentando de tamaño a medida que lo hace la distancia al Sol. Por lo tanto un planeta más lejano al Sol tiene que recorrer una órbita mayor y hacerlo más despacio que otro que orbite más cerca de la estrella. Si ahora consideramos que la órbita de Júpiter es unas 8 veces en tamaño la de Venus no nos chocará que el primero necesite 12 años en completar una vuelta mientras que el segundo lo haga en menos de 8 meses.

Así que podríamos pensar por ejemplo que al ser la órbita de Venus de 7,5 meses veríamos el planeta durante 3,5 meses al atardecer y otros 3,5 al alba, estando un par de semanas demasiado cerca del Sol para poder observarse. Pero nos equivocaríamos, ya que hay que tener en cuenta que la Tierra también se mueve alrededor del Sol, por lo que el movimiento de los planetas en el cielo es fruto de una carrera en la que los objetos más internos van adelantando a los externos, mientras estos también avanzan. Por ejemplo, en el caso de Venus su posición aparente respecto al Sol se repite cada 19 meses, no cada 7,5. Júpiter sin embargo es tan lento que repite su posición cada año más un mes (ese doceavo de vuelta que ha avanzado en su órbita de 12 años).

Ahora ya tenemos controlados los pasos del baile, suficiente para pronosticar que podremos disfrutar de estos dos hermosos planetas hasta principios de verano. Abrigaros bien y disfrutad del espectáculo.